Con los niños no se juega

10,15

Enrique Martínez Reguera
Editorial Popular

Constantemente lo estamos oyendo: “¡cómo han cambiado los niños de un tiempo a esta parte!; los de ahora no son como los de antes, antes eran más obedientes, le tenían más respeto a sus padres y maestros, se han vuelto malhablados y violentos ¡vaya que si han cambiado, pero a peor!”. De los motivos por los que h ayan podido cambiar tanto apenas se dice una palabra y sin duda que también los hay, porque el niño cuando viene a este mundo lo hace en la mejor disposición para percibir, observar, aceptar y adaptarse a lo que hay, que constituye su mejor o incluso única garantía de supervivencia. Decir que los niños han cambiado es tanto como afirmar que nosotros también hemos cambiado una barbaridad y que el mundo que les ofrecemos es bien distinto al de nuestra propia infancia.

 

Descripción

Constantemente lo estamos oyendo: “¡cómo han cambiado los niños de un tiempo a esta parte!; los de ahora no son como los de antes, antes eran más obedientes, le tenían más respeto a sus padres y maestros, se han vuelto malhablados y violentos ¡vaya que si han cambiado, pero a peor!”. De los motivos por los que h ayan podido cambiar tanto apenas se dice una palabra y sin duda que también los hay, porque el niño cuando viene a este mundo lo hace en la mejor disposición para percibir, observar, aceptar y adaptarse a lo que hay, que constituye su mejor o incluso única garantía de supervivencia. Decir que los niños han cambiado es tanto como afirmar que nosotros también hemos cambiado una barbaridad y que el mundo que les ofrecemos es bien distinto al de nuestra propia infancia.

 

Afinidades